domingo, 19 de agosto de 2012

Yo nunca...

"Yo nunca he...": así se encabeza el juego. 
Si has hecho lo que fuere que propone la frase, te toca beber, it's a game. Sino, pasas.

Si anoche hubiese jugado al Yo Nunca, la habría pasado a base de agua mineral, porque casi todo fueron novedades en una de las noches más originales que me ha regalado Madrid hasta la fecha.
Salíamos del trabajo L. y yo dispuestas a lo que la noche pudiese ofrecer, y con la incipiente promesa de que si recalábamos en La Negra Tomasa me sentaría a que me echasen las cartas.
La Negra Tomasa es un local cubano que se encuentra en la c/Cádiz 9, al lado de Sol, dónde se puede comer, beber y escuchar la mismita esencia del Caribe.
Pero Tomasa no sólo es el nombre del local, sino también el de la vidente que echa allí las cartas.
Vestida de blanco de la cabeza a los pies, con sus largas uñas esmaltadas en rosa, sus abalorios y su mesita con mantel de encaje rodeada de pequeñas imágenes de la Virgen.
Allí estábamos, sentadas frente a frente la Negra y yo, mientras ella daba la vuelta sobre la mesa a los naipes de una descolorida baraja española. 
Aclararé una cosa antes de seguir con el relato: tratándose de cosas esotéricas soy una persona bastante escéptica. Fue por ello que escuché y callé sin preguntarle por ningún asunto en concreto (al principio).
Las predicciones que me hizo las guardo para mí, pero si queréis saber si acertó, diré que mayoritariamente sí. Alucinante.
El tiempo se encargará de aclarar qué hay de cierto y qué se quedará en agua de borrajas.
Pero prosigo, la noche acababa de empezar.
El puerta de La Negra, conocido de L., nos acompañó y subió by the face a la superterraza del Hotel ME Madrid, antiguo Hotel Reina Victoria (Pza. Santa Ana). ¡Vaya edificio más bonito!
¡Qué importantes nos sentíamos pasando por delante de la cola! ¡cómo si perteneciéramos al Star System! Vista preciosa de la Plaza, luces de colores y mucho pijerío es lo que puede encontrarse allí. Para una vez es bastante.
Entonces fue cuando nuestros cuerpecitos empezaron a acumular los chupitos gratis que ofrecían los RRPP de los locales de Huertas: mojito, baileys, licor de manzana, licor de mora, piña colada...
Que si vamos al Commo, que si al Monna, que si al Sol y Sombra...hasta que recalamos en el ¿?¿?¿ (no nos preguntéis el nombre del garito, porque ni L. ni yo lo recordamos).
Se llamase como fuese, es lo de menos: lugar insulso de música insulsa...pero ¡Oh,surprise! La gente maja recala a veces en garitos así, y los más majos terminamos haciendo chupipandi.
A las 7 comenzaba a asomar el Lorenzo y yo entraba por la puerta de casa.
Madrid lo ha logrado otra vez.
¡Vivan las Girly Nights!














jueves, 16 de agosto de 2012

El Templo de Debod

Se acabaron las vacaciones y la estación del AVE vuelve a ser ese lugar dónde el tiempo se desdibuja.
Nevera vacía, lavadora llena...volver del descanso estival el día de la Virgen de La Paloma augura comercios cerrados y día de relax.
El Paseo Pintor Rosales es el lugar perfecto para un día cómo este. 
Zona ajardinada para pasear, teleférico para contemplar a vista de pájaro la ciudad de Madrid y el Templo de Debod como una puerta mágica hacia el Egipto ptolemaico.
El Templo de Debod es un edificio del siglo II a.C. que mandó erigir el rey Meroe Adjalamani, y que a través de la UNESCO llegó a Madrid en 1968. Con una capilla dedicada a los dioses Amón e Isis, la construcción egipcia es una de las pocas muestras de sus características que puede verse en España.
En Madrid se dice que el mejor atardecer de la ciudad es el que puede verse desde aquí. Y aunque yo no diría tanto (he visto un par de atardecer más bonitos), cierto es que el lugar bien merece una visita, unas cañas en alguna de las terrazas cercanas, y una cenita a posteriori en La Creperie.
Haciendo placentera la vuelta a la rutina.