domingo, 11 de marzo de 2012

Dándome un capricho

Al final de la línea 5 del metro existe un lugar de ensueño.
Allá donde se erigió un templete al dios Baco, donde un ermitaño guiaba a los paseantes perdidos y donde, a su vez, una vieja bruja espera a que no hayas entendido bien las directrices.
Todos estos lugares y alguno más se encuentran dentro del Parque del Capricho.
Los Duques de Osuna fueron quienes adquirieron el terreno en el s.XVIII, siendo la propia duquesa la impulsora de este paraíso artístico-natural.
Consta de diversas edificaciones de carácter efímero (los Caprichos) tan distintas como encantadoras: un Laberinto formado por arbustos de laurel, el Casino de Baile, la Casa de la Vieja...
Aunque sólo abre los fines de semana, no hay excusa para no visitar este lugar encantado. 
Tumbarse en el césped a leer, escuchar el sonido del agua, de los pájaros entre la hojarasca, dar un paseo...
Abrid la puerta al Capricho, aquí dentro nada malo puede sucederos. 
Bueno, solamente una cosilla: que se os cague un pajarito encima, jejeje. 
Beware!






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