martes, 27 de diciembre de 2011

Un sueño hecho realidad: el Museo ABC

"Nadie te da más por menos" dice el eslogan del metro de Madrid en estas fechas. Pero quien debería hacerlo su lema es, sin lugar a dudas, el Museo ABC.
Situado en la c/Amaniel 29-31, su novísimo e impoluto edificio se enmarca entre las callejuelas del barrio, pasando casi desapercibido.
Digo que nadie da más por menos, ya que la entrada es gratuita y las tres exposiciones que se encuentran en cartel son un cúmulo de sensaciones increíbles.
Sigo el orden de recorrido: en el semi sótano puede encontrarse La Elegancia del Dibujo. Crónica de París de Carlos Sáenz de Tejada. Donde el ilustrador español nacido en Tánger ofrece una visión sofisticada, elegante y llena de "savoir faire" de la moda que se veía en París allá por la década de los años '20 y '30. Diseños de Vionnet, Schiaparelli, Chanel o Paquin (entre otros), reunidos a través de las ilustraciones que realizó Sáenz de Tejada para la publicación ABC y Blanco y Negro. Sublime!
Planta calle: La ilustradora Ana Juan desgrana su particular visión del cuento de los Hermanos Grimm, Blancanieves, en La Caja Secreta de Snowhite. Con un extraordinario montaje digno de las novelas góticas, se recrea en escasos metros cuadrados una lúgubre atmósfera que nada tiene de cuento infantil: macabros muñecos articulados de cartón, jaulas colgantes o el espejo mágico de la madrastra, para transmitir a la perfección la esencia de esta retorcida historia.
Y por último, piso primero y final del recorrido:  Japón, Paraíso de los Personajes Animados. Donde se exhiben muñecos a tamaño natural de personajes manga e imágenes de la cotidianeidad nipona, para poner en conocimiento del espectador el porqué del éxito y auge de la cultura anime en Japón. Ideal para los más pequeños y los amantes del género, quienes encontrarán a personajes tan conocidos como Hello Kitty, Astro Boy, Galaxy Express 999 o Pokémon.
IMPERDIBLE!






domingo, 25 de diciembre de 2011

El rey de los tallarines

Día de Navidad, y puestos a ser atípicos, seámoslo del todo.
Mi padre y su novia han venido expresamente de "la terreta" a pasar el día aquí conmigo!
Este año era mi primera comida familiar navideña lejos de casa, y antes que convertirme en un mar de lágrimas, me he planteado seriamente que si no siento que son las fechas que son, será todo más sencillo. 
Así pues, he decidido llevarles a comer a un lugar dónde la Navidad no existe: un restaurante oriental.
El Rey de Tallarines (c/San Bernardino, 2) fue uno de los primeros lugares que pisé al establecerme aquí, y me gustó. Sus mesas hechas de cristales de colores, sus paredes recubiertas de mosaico con dibujos de un paisaje playero, su pila de lavarse las manos que es una ostra gigante, y obviamente, sus tallarines!
Es de los pocos restaurantes que conozco dónde hacen los tallarines delante tuyo (la masa, me refiero) y rellenan el Dim Sum también ante tu escrupulosa mirada.
Si en las mesas hay tantos madrileños sentados como chinos, es una inequívoca señal de que algo se está haciendo bien.










sábado, 24 de diciembre de 2011

Exiliados

"Esta noche es Nochebuena, y mañana Navidad", y así empieza uno de los villancicos típicos de las fechas.
Tiempo de reunirse con la familia y amigos, comer hasta lo indecible cosas ricas e hipercalóricas hechas con amor de madre, abrir los regalos (con mayor o menor acierto), salir a celebrar... 
¿Y sino?
Alguien te cobra en cola del super las tabletas de turrón y el cava que casi se te olvida comprar, otro alguien te empaqueta ese jersey y esa colonia de última hora, incluso esta misma noche un camarero te servirá la cena que no has tenido ganas de cocinar este año, porque oye, un día es un día y hay que celebrarlo!
Y todo eso está muy bien, yo no diré lo contrario. Pero se hace difícil, porque ¿cuántas de esas personas que contribuyen a que tu estipulada y tradicional Navidad no adolezca de nada, pueden celebrar la suya?
El exilio como plato y pan de cada día se lleva bien, con dignidad y alegría, salvo en fechas así, cumpleaños...que se atraganta un poco, e inevitablemente se recuerda a aquellas películas en que el pobre españolito (y digo pobre económicamente) se exiliaba a Alemania o Francia o Suiza, para ganarse le vida.
De esos también hay a día de hoy, y en sentido inverso, venidos hasta aquí.
A quienes tendréis cerca a los vuestros, estad agradecidos! Y por favor, sonreíd a quien os atienda en estas fechas, para algunos/as de ellos resulta un gran sacrificio.



martes, 20 de diciembre de 2011

Joy!

Joy: alegría, recocijo...son algunos de los sinónimos al castellano de la palabra anglófona.
Fue en aquellas tierras, además, donde nació allá por los setentas la Joy Division.

En Madrid también hay Joy, sólo que se apellida Eslava y es un teatro/sala de fiestas/conciertos.
Anoche tuvimos joy, en todos los sentidos. Cena de empresa en la Joy Eslava, y yo más contenta que unas castañuelas al poder tachar de mi lista la visita al mítico lugar. "La joy", como se dice aquí, es un pedacito del Madrid obligatorio de visitar si vienes "del poble" y sales de fiesta.
Porteros exsoviéticos trajeados con pinganillo y lista, guardarropa gratis (el mejor invento de mundo mundial), fotocall, camareros sirviendo calamares,risotto de boletus y pollo a la mostaza y... mucha gente!
Entre staff variado (Tommy, Pepe, Hackett), visuals, modelos, diseñadoras y demás agregados, estábamos nosotros. ¿Cenar? ¿Pa' qué? Barra libre hasta agotar existencias, o hígado, o vasos sin romper, jejeje (eso pensó alguno).
Rihanna, Gaga y Britney como anfitrionas de lujo, y hasta nos atrevimos con Pitbull!
Pese a quedarnos casi los últimos dentro de la Joy, los más aguerridos provaron suerte en Chuecatown.
La que escribe, como abría tienda por la mañana, guardó los tacones en el bolso e hizo ese gesto taaan de Carrie Bradshaw: silvidito y..taaaaxiii!





domingo, 18 de diciembre de 2011

Llevarse la palma

La Navidad a la vuelta de la esquina, y N. y yo aún no habíamos tenido nuestra "cena de empresa". Celebrábamos la entrega (porfin!) de su sempiterno proyecto, mi nuevo trabajo, y poníamos solución a los demasiados meses que nos habían tenido separadas.
Metro San Bernardo, línea 4: hoy toca c/ La Palma y alrededores.
Hace un frío de narices pero la calle está llena de gente, ambientazo everywhere! Y es que todos estamos igual: apurando en cenas de empresa, últimas salidas, despedidas antes de volver a las ciudades/pueblos respectivos para pasar las fiestas navideñas...
Nuestro primer alto es Estocolmo Bärs, un minibar de luz anaranjada y cálida, pequeño, estrecho, donde se dice que hacen unos perritos calientes riquísimos. Catarlos, no los caté, pero conste que si los vi/olí y pintaza tenían. (Nota mental: mojito y perrito para la próxima).
La siguiente parada en la ruta fue la Sala Siroco, en la c/San Dimas. El trayecto de un lugar al otro dura como unos 3 minutos a pie, pero es increíble la cantidad de locales que encuentras en esos 3 minutos, y todos llenos!
La Sala Siroco, que consta de dos plantas, tenía un público peculiar, y en la planta superior, un dj más peculiar aún: en el cubil donde pinchaba había alojado a su pobre novia, que con cara de asco absoluto y arrebujada en su anorac, aguantaba el trabajo de su chico. Querida pareja, si me leyeseis por alguna casualidad fortuita: no lo hagáis más! A ella daban ganas de adoptarla o abofetearla, y a él...a ver...si vas a llevar una camiseta que ponga "grunge is dead", asegúrate antes de que el "dead" no eres tú, querido, que no se podía ser más soporífero y sinsustancia!
Ufff, desahogada me hallo, prosigo el relato.
En la planta sótano era donde se encontraba la chicha: otro dj (made in Denia, Ximo!) y otro tipo de gente. 10€ con consumición, y por momentos aquello iba llenándose. Que si uno te pregunta si llevas el sujetador azul (lo llevaba!), que si otro es de una banda de Benetússer (la terreta está en todas partes), cotilleo por aquí, bailecito por allá, cervecita...¡hasta Clark Kent estaba allí! No es coña, Clark Kent (que NO Superman) se hallaba en el local. Aix, qué lástima, si se hubiese traído una versión más festiva de sí mismo...
Y hasta aquí puedo escribir, porque fue el momento en que logré salir dirección al bus nocturno que me llevaría a casa. Sólo N. puede desvelar el resto de la historia.